En Nueva York, mientras estudiaba en el departamento de cine de la universidad, Joaquín Asencio realizó El censor, un cortometraje que le ha valido algunos premios en festivales además del reconocimiento en el mundo cinematográfico.
El realizador sevillano centró el comienzo de su historia en una época, la dictadura, que es ajena por su lejanía al lugar que le envolvía en aquellos momentos: la gran ciudad neoyorquina. A pesar de encuadrar a sus personajes en su tierra natal, Asencio utiliza un estilo narrativo muy clásico, donde el hilo argumental se centra en la realización del sueño americano por parte del protagonista, todo ello con un tono de comedia claro.
De esta forma, Paco se convertirá en el antihéroe por excelencia. Desde pequeño es educado en un colegio de monjas con la más estricta moral, trabajará como censor en Madrid y de allí viajará a Nueva York donde tardará en chocar con la realidad.
El viaje de Paco es un viaje de iniciación, de pérdida de la inocencia, no tendrá más remedio que cambiar sus valores. El director usa el humor para contar este recorrido, por ello Paco es un personaje arquetipo, al igual que Guillermo, su amigo en la gran ciudad.
Esa pérdida de la inocencia está retratada por el choque cultural que encuentra Paco a su llegada a la ciudad, por la figura de Guillermo, por la iniciación sexual y sobre todo, como colofón final, por la pérdida de lo único que mantiene y que le ata a la realidad: sus valores.
Joaquín Asencio trata de imprimir un ritmo acelerado que se vislumbra al final del cortometraje, pero que puede llegar a hacerse lento en el arranque; da los toques de humor necesarios para que el espectador sonría en algunas escenas y, por supuesto, traza un Todo totalmente correcto y poco reprochable por tratarse de uno de sus primeros proyectos. Sin embargo, el sabor final que produce su visionado no es del todo dulce, queda una cierta sensación de superficialidad que puede originarse, quizás, en no haber alcanzado en plenitud el tono irónico que tanto necesita esta obra.
El realizador sevillano centró el comienzo de su historia en una época, la dictadura, que es ajena por su lejanía al lugar que le envolvía en aquellos momentos: la gran ciudad neoyorquina. A pesar de encuadrar a sus personajes en su tierra natal, Asencio utiliza un estilo narrativo muy clásico, donde el hilo argumental se centra en la realización del sueño americano por parte del protagonista, todo ello con un tono de comedia claro.
De esta forma, Paco se convertirá en el antihéroe por excelencia. Desde pequeño es educado en un colegio de monjas con la más estricta moral, trabajará como censor en Madrid y de allí viajará a Nueva York donde tardará en chocar con la realidad.
El viaje de Paco es un viaje de iniciación, de pérdida de la inocencia, no tendrá más remedio que cambiar sus valores. El director usa el humor para contar este recorrido, por ello Paco es un personaje arquetipo, al igual que Guillermo, su amigo en la gran ciudad.
Esa pérdida de la inocencia está retratada por el choque cultural que encuentra Paco a su llegada a la ciudad, por la figura de Guillermo, por la iniciación sexual y sobre todo, como colofón final, por la pérdida de lo único que mantiene y que le ata a la realidad: sus valores.
Joaquín Asencio trata de imprimir un ritmo acelerado que se vislumbra al final del cortometraje, pero que puede llegar a hacerse lento en el arranque; da los toques de humor necesarios para que el espectador sonría en algunas escenas y, por supuesto, traza un Todo totalmente correcto y poco reprochable por tratarse de uno de sus primeros proyectos. Sin embargo, el sabor final que produce su visionado no es del todo dulce, queda una cierta sensación de superficialidad que puede originarse, quizás, en no haber alcanzado en plenitud el tono irónico que tanto necesita esta obra.
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